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¿Qué ratón eres?
La impulsividad puede ser muy difícil y problemática de manejar. Frecuentemente es uno de los motivos por los que acudir a terapia. Muchas personas perciben que las emociones a veces les sobrepasan. En ocasiones terminamos diciendo cosas que no queríamos decir e incluso perdemos el control de nuestras acciones. Para hablar de impulsividad, hay una frase que me parece perfecta:
Encuentro que refleja a la perfección cómo a veces mantener la calma puede ser la clave. Los segundos de más en los que se para y piensa cuál es la mejor opción, son los que le otorgan al ratón el sabroso bocado.
Sí, claro está, puede que al ratón se le haga de noche. Que al precipitado primer ratón le haya salido bien la jugada y se haya llevado el queso en lugar de caer en la trampa. Pero si se tiene que escoger una estrategia a largo plazo (afrontar al menos dos o tres retos más), yo tengo bien claro cuál es mi opción.
Esto puede ser aplicable a muchas de esas situaciones en las que nos encontramos con prisa por resolverlas y que no premeditamos mucho, porque molesta. Me refiero a por ejemplo esos problemas o decisiones importantes que queremos sacarnos rápido de encima porque nos ahogan.
La incertidumbre de saber si se toma la decisión correcta puede crearnos mucho estrés. De ahí que el placer momentáneo de liquidar ya de una vez por todas el tema, o al menos evadirlo durante un tiempo, pueda ser tentador a la vez que contraproducente e ineficaz.
También me refiero a los momentos en los que parece que prendemos fuego a ritmo de cerilla. Cuando alguna cosa eclipsa nuestro temple, nuestra capacidad de control, y desaparece nuestra “mente fría”. Viene a ser una discusión con un familiar (escoja su favorito), un desacuerdo con la pareja o ya un simple debate con alguien; de esos que terminan en gritos como algunos tertulianos de televisión.
En ese momento y en caliente, puede ser realmente tentador decir todo lo que nos pasa por la cabeza, aunque sabemos que puede doler a la otra persona. O incluso sabiendo que sólo llevará a adentramos más en la lucha por ver quién es mejor o peor. También conociendo que posiblemente pueda tener un desenlace de lo menos deseado.
Y mira que es bueno sacar todo lo que no hemos dicho en tanto tiempo y nos está desgastando. Pero de esta forma no, puede convertirse en la opción más desestabilizadora y tóxica para la relación.
Haber valorado la situación de forma óptima, nuestros sentimientos y las acciones que queremos tomar, crear el momento y la manera de comunicarlo es sin duda una habilidad digna de superhéroe.
Y el resultado puede ser cómo tal. nuestra forma de haber manejado el conflicto puede reconfortarnos y ser motivo de orgullo. También de nuestra madurez y buena salud.
Sé que la teoría os la sabéis todos, que es una obviedad que cuando estamos alterados y nos comportamos de forma impulsiva no acabará bien la cosa. Pero al final puede ser tan perjudicial la impulsividad mal gestionada como es de mortífera la trampa para los ratones.
de Robert Cotonat Gracia
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