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La Psicología contra el cambio climático
Nuestros malos hábitos provocan el aumento del cambio climático. La psicología puede aportar su granito de arena en esta lucha por salvar el planeta. Hay mucho que hacer, estudiando por ejemplo por qué se prefiere el coche al transporte público, por qué la gente cree que los aviones dejan estelas tóxicas en el aire o que al final todos los contenedores de reciclaje se amontonan en el mismo sitio.
Algunas de estas preguntas se plantearon hace unos meses expertos en la cumbre celebrada en Lisboa. Convocados por la American Psychological Association (APA) y el Colegio de Psicólogos Portugueses. Un total de 50 asociaciones internacionales se reunieron este noviembre en esta convocatoria, en la que se realizó un documento con recomendaciones para la ONU.
La APA ya había creado un grupo de trabajo especifico para tratar el cambio climático global, publicando un informe en el cual se incentivan nuevas intervenciones con mayor eficacia que las medidas hasta ahora tomadas.
Y es que la psicología ya ha aportado investigaciones para mejorar la conservación del planeta; sobre las respuestas humanas ante los desastres tecnológicos, por ejemplo, o sobre cómo corregir conductas irresponsables con respecto a la sostenibilidad del ecosistema.
El grupo de estudio formado por la APA trata de discernir las consecuencias psicológicas causadas por el cambio climático y se enfoca en minimizar los problemas ocasionados por este fenómeno.Éstas pueden provocar un impacto en la salud mental derivando a estrés, ansiedad, apatía o culpa. El ejemplo más claro son los refugiados climáticos.
Una aportación de especial interés es el estudio de las estrategias para conseguir controlar las conductas desadaptativas. Esto es, toda la problemática climática es causada por algo que podemos cambiar; el comportamiento humano.
Sólo hace falta, aunque parezca estúpido por lo simple que es, cambiar lo que hacemos. En eso la psicología ofrece estrategias para el manejo conductual, de sobra contrastadas en otras problemáticas del comportamiento.
Ahora viene la parte mala. Miles de campañas de prevención contra los efectos catastróficos de nuestros actos y aún así, sigue siendo inevitable no contribuir con casi cada conducta a la destrucción del planeta. Nuestros hábitos no dejan de alejarse cada vez más de la idea de sostenibilidad y ecologismo. Y las investigaciones en psicología ambiental son realmente escasas.
Hace falta un cambio, mayor involucración para ayudar a dar con la solución y que millones de personas cambien no tan sólo un hábito que va en contra del planeta por moda, sino todos, incluidos aquellos que conllevan sacrificios de nuestra parte. Si con pensar en todo lo que destruimos y las consecuencias que tendrán nuestras acciones en el futuro inmediato no es suficiente, los efectos del cambio climático causan en la actualidad problemas psicológicos en las personas.
De hecho, otra gran área de la que se habló en la cita lisboeta era cómo tratar los efectos psicológicos del cambio climático. Y es que es un hecho que han causado el sufrimiento de mucha gente, creando situaciones de pobreza, de abandonar el lugar en el que se vivía, de sufrir una enfermedad provocada por los cambios en el entorno…
Esperemos que en el futuro la psicología pueda seguir ganando protagonismo en este asunto, expandiendo el conocimiento para una mejor intervención, corrigiendo las conductas que destruyen este, aún a pesar de todos, bonito mundo.
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